domingo, abril 13

Jazz arcaico para bailar

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El jazz antiguo incluido en las recopilaciones anteriores se ha limitado prácticamente a baladas: canciones de una enorme belleza que cumplían los requisitos invariables de placidez y lentitud.

Ésta, en cambio, es la otra cara de la moneda: en vez de canciones románticas tenemos ritmos bailables; la elegancia se ha tornado en rudeza (Ry Cooder, Memphis Slim), estridencia circense (Louis Armstrong, Peanuts Holland) y casi chabacanería (los berridos de Jimmy Rushing en el tema de Count Basie echarán para atrás a más de uno); la batería se convierte en protagonista (Kansas Field en el tema de Mary Lou Williams) cuando no en solista (Gene Krupa); la arquitectura de los temas suele ser in crescendo alcanzando finales apoteósicos de gran intensidad y contundencia (Count Basie, Duke Ellington); la casi ordinaria trompeta predomina sobre el sobrio trombón o el sensual saxo; la fuerza arrolladora de algunos de estos temas es comparable a la de un tren. Quizá sólo les falten unas gotas de latin para alcanzar el punto de ebullición: cualesquiera que fueran las raíces remotas de esta música, es obvio que sus intérpretes viven el hemisferio norte y hablan inglés.

En efecto, son temas muy americanos y muy negros, no en vano el ritmo imperante es el blues. Sin embargo, la riqueza de estilos musicales presentes es desbordante: stride de los años ‘30 (Garland Wilson), ragtime (aunque sea el reconstruido por Ry Cooder en 1978, la fecha de grabación más moderna con diferencia de toda la reco), swing (Gene Krupa, Michel de Villers), big band (el Duque y el Conde), waltz (Ella Fitzgerald, John Barry), bebop (Don Byas), todo ello además del omnipresente blues.

La reco se estructura con el mimo de siempre, con detalles que al oyente podrán pasar desapercibidos. Por ejemplo, que Count Basie y Duke Ellington figuren seguidos uno a continuación del otro (la aristocracia juntita). Las vocalistas Bassey y Fitzgerald también vienen de la mano. Lo mismo ocurre con los trompetistas Holland y Armstrong

Al principio de la recopilación hay antiguallas de gran calibre. Paradójicamente, el tema más moderno de todos está ahí, sin que apenas se note (Big Bad Bill), recreándonos una música de principios del siglo XX (el ragtime) con una factura de finales de los ‘70. Es muy simpática la explicación que se da de inventos urbanos revolucionarios como la hormigonera (Cement Mixer) o el semáforo (Stop! The Red Light’s On). Aunque Cement Mixer figura a nombre de Don Byas, el cantante es Peanuts Holland, que más adelante nos deleita con su trompeta. Y la cantante de Gene Krupa And His Orchestra es una jovencísima Anita O’Day (22 añitos en 1941 al grabar Stop! The Red Light’s On). Curiosamente Anita presenta a los solistas usando Mr. seguido de su nombre, no de su apellido: Mr. Gene (Gene Krupa a la batería) y Mr. Roy (Roy Eldridge a la trompeta).

Pero el tema que parte la pana al principio de la reco es China Boy, de Garland Wilson, grabado en 1933 en París. Este virtuoso del stride se propone tocar las 88 teclas del piano… y lo consigue. Qué antigualla más exquisita. Sólo le falta Olga Ramos.

El centro de la reco está dominado por el blues: big bands en directo (qué socorridos son los aplausos para este tipo de mezclas) y luego formaciones más pequeñas (el Jazztet, Bill Coleman), que dan un toque más elegante y pausado, aunque por poco tiempo, pues de la mano de Mary Lou Williams entramos en el capítulo circense de los trompetistas Peanuts Holland y Louis Armstrong, que rivalizan en grandilocuencia e intensidad. Genial el suspense introducido por la sección de vientos de este último.

Mención especial merece Johnny Hodges, felicitado por Duke Ellington al final de su interpretación de All Of Me. Duke Ellington solía hacer esto con sus solistas: los presentaba antes o después de cada actuación. Hodges toca impecablemente el saxo alto.


La grandilocuencia de Louis Armstrong, propia de un musical de Broadway, nos permite conducir las últimas pistas de la reco por terrenos orquestales de pedante megalomanía. Ella Fitzgerald canta un waltz mencionando en la letra a su autor, Gershwin.

Tras otro waltz, esta vez instrumental, por John Barry, tenemos dos guindas francesas: el acordeón parisino de Gus Viseur y el amable swing del saxo alto Michel de Villers. Su elegancia se nos antojaba un tanto edulcorada en comparación con la contundencia de los otros temas de swing traídos aquí (Gene Krupa…) por lo que queda mejor ubicado en el refinado final europeo de esta recopilación.
Enero de 2006

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